El despertar fue abrupto. De un sobresalto se sentó en la cama. Su corazón acelerado, y el sudor en la frente reflejaban el temor que sentía. Miró a su alrededor, y aún la habitación estaba oscura. Volteo a mirar el reloj, y notó que eran las 5am.
Tardó un poco en relajarse. Al parecer el sueño de aquella vez fue intenso. Decidió que lo mejor era ponerse en pie, y dirigirse al baño. Se levantó con dificultad, puso los pies en el piso, lentamente, y con miedo. Se acercó a su puerta, la abrió, y se metió al baño casi corriendo. La oscuridad de la casa la intimidaba.
Prendió la luz, y se acercó a la ducha, y casi temblando, jalo la cortina. Sabía que era tonto, pero, algo la obligaba a hacerlo. Luego de ver que detrás de la cortina no había más que la ducha en la que se bañaba todos los días, se fue a lavar la cara. Cuando salió del baño, la rutina fue la misma: salió corriendo, y se interno en su cuarto más rápido que volando. Se sentó en su cama, ya sin sueño. Miro el reloj, y eran ya las 6am. ¿Tanto se había demorado acaso en el baño? Se recostó, se tapó, y cerró los ojos. Pero no tenía sueño, solo lo hizo por inercia. Empezó a pensar en lo que debía hacer ese día. Era lunes, así que debía ir a trabajar, y luego a la universidad. “¿eso es todo?”, pensó. Decidió que haría su día más ameno. Cogió el celular, y miró la agenda de contactos. Hizo una lista de 10 personas a las que llamaría y planeó el discurso que daría.
Su cuarto aún estaba oscuro, y seguía pensando que decirle a sus amigos para convencerlos de hacer algo nuevo, algo distinto, algo novedoso. Pero, aunque pensaba y pensaba, no se le ocurría nada. Y eso la frustraba, eso no la dejaba descansar, no la dejaba recuperar el sueño.
Miró de reojo de nuevo el reloj, y ya eran las 7am. Ese día tenía clases a las 8am, pero se sentía muy cansada. Luego de discutir consigo misma, decidió que ese día no iría a clases, y que mejor se quedaría en casa. Cerró los ojos, y busco conciliar el sueño. Solo necesitaba una hora más de descanso, para sentirse bien. No recuerda que pasó después, pero al abrir los ojos, ya eran las 12 del medio día. Había perdido medio día durmiendo! Y se sentía mucho más cansada, sin ganas de hacer nada. Cogió el celular, llamó a la chamba, y se reportó enferma.
Su cuarto aún estaba oscuro, el invierno era más crudo que otros, y el sol no brillaba en la ciudad hacia muchos días. Y eso la hacía sentir más cansada, aburrida, y sin ganas de hacer nada. Se alegró de no haber llamado a ninguno de sus amigos para hacer algo. Se sintió bien de saber que ese día no tenía planes. Solo quería quedarse en casa, y hacer nada. Sentarse frente a la pc; ver tv; escuchar música; leer; dormir.
Cuando se dio cuenta, ya eran las 2pm, y no había puesto ni un pie fuera de su cama. Su estomago rugía porque necesitaba alimento; pero algo la asustaba, algo la ponía nerviosa. Recordó que tuvo un sueño horrible aquella noche, y tenía miedo de ponerse en pie. Y aunque intentaba recordar exactamente qué había pasado en aquel sueño, no podía. Solo sabía que la atemorizaba. De un salto salió de su cama, y prendió cuanto electrodoméstico pudo. Tv, pc, radio… todo prendido, haciendo bulla, para sentirse acompañada.
Volvió a mirar el reloj y ya eran las 3pm. Seguía sin salir del cuarto, se había sentado en la computadora, y mientras escuchaba música, intentaba recordar lo terrorífico que pudo ser aquel sueño para que le impida salir de su cuarto a pesar de ser tan tarde.
Pero bueno, ya eran las 5pm, no había tomado desayuno, ni almorzado, y aunque no sentía hambre, sabía que eso no era saludable. Se armó de valor, y abrió la puerta de su cuarto. Se quedó parada un segundo, miro a los dos lados, y puso un pie afuera. Se dio cuenta que todo estaba bien, sin embargo regresó a su habitación. Se empezó a sentir muy cansada, y quería ir a su cama. Apagó la televisión, apagó la computadora, apagó la radio… y se recostó.
Y aunque se sentía cansada, no podía conciliar el sueño, porque su cabeza buscaba escarbar en sus recuerdos y saber por fin qué había soñado aquella noche. Su cuarto se tornaba poco a poco más oscuro que al inicio del día. Sintió que sus ojos le pesaban, que el frio la obligaba a cubrirse con las mantas, que el cansancio la hacía acurrucarse en su cama.
Y luego de algunos minutos, y sin saber la hora exacta, se quedó completamente dormida. Nunca supo que pasó en aquel sueño; nunca entendió por qué aquel día sintió tanto miedo; nunca comprendió por qué no tenía ganas de ver a nadie ese día. Lo que si sabía es que fue un día extraño. Uno de esos días que llegan cuando menos lo esperas, cuando menos lo quieres o tal vez cuando más lo necesitas.
Aquel día ella disfruto de su soledad… y se dio cuenta, que es algo que no le gusta del todo.