jueves, 14 de mayo de 2009

Que tal suerte

Hace un par de años, en el 2006 para ser mas exacta, viaje a mi primer campeonato nacional, representando a la universidad (para los que me conocen, es obvio decir que fui a jugar basket)
Bueno, estos campeonatos son cada dos años, y duran algo de 2 o 3 semanas, durante los meses de octubre y noviembre. Osea, en época de clases.
Como vamos representando a la universidad, tenemos todos los permisos para poder viajar sin problemas.

Ese ciclo, yo estaba llevando 6 cursos. Es decir, ausentarme 2 semanas de clases, de 6 cursos, para luego retornar, y ponerme al día en todo. Tarea complicada, pero, no me hice mayores problemas. Hice lo que tenía que hacer, deje cosas avanzadas, y me preocupe por tener a mi “aliado estratégico” en cada curso, que me ayudaría a recuperar el tiempo perdido.

Es así que, en 3 (o quizás 4) de estos cursos, los llevaba con una misma amiga. Carol, se comprometió a ayudarme, a encargarse de todo mientras yo viajaba, y yo ya de regreso haría lo necesario para pagarle el favor.

Entonces, con todo listo, organizado, y debidamente preparado, viaje a la ciudad de Trujillo.

Así, a la semana de mi viaje, me encontraba en el cuarto del hotel, descansando y viendo TV, cuando recibí una llamada. Cuando vi el cel, salía el número de una de mis amigas. Pensé: manya, me extrañan ja. Conteste, haciendo alguna broma, hasta que escuche al otro lado del cel, a Evelyn, quien algo acelerada y con tono preocupado, me decía: Diana, Carol se rompió el brazo, estamos en la clínica, la van a operar.
Obviamente, entenderán mi sorpresa, e incredulidad. Pero, bueno, era cierto. A Carol la estaban operando en la clínica Stella Maris, porque se había roto el brazo derecho. La forma en que se lo rompió, se los puede contar ella misma. Lo que yo les puedo decir, es que, estaba a kilómetros de distancia, preocupada por mi amiga, y preocupada también por que había perdido a mi “aliada estratégica”, osea, ahora, quien podría defendernos!?
Bueno, a la semana, regrese a Lima, vi a Carol, con todo el brazo derecho enyesado, y vi todo el trabajo pendiente que teníamos por delante. Solo que, en esta ocasión, era distinto, no haríamos todo las dos juntas. No era tan fácil, ella era una manquita ja, y yo, tenía que hacerme cargo.

Pero bueno, esta historia tuvo un final feliz, por decirlo de alguna manera. Carol y yo aprobamos todos nuestros cursos, a pesar de los percances. A Carol le sacaron el yeso, muchas semanas después. Y yo, no volví a viajar durante clases… bueno, hasta el año pasado…

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