Hace unos días, mi madre llegó a mi casa y me dice: No sabes lo que me pasó ahora!?... luego de preguntarle intrigada por la respuesta a esa pregunta, me contó que un grillo se había metido a su oficina. Me dijo que lo había recogido en un pomito para sacarlo a la calle. Inmediatamente después que dijo la palabra pomito, rompí a reírme, porque me trajo recuerdos.
Hace algunos años, cuando recién era dueña de mi cuarto (osea, mi hermano ya tenía cuarto para él), me fui a dormir. Apagué todo, y me acomodé y acurruqué en mi camita. Segundos después, cuando el silencio ya se había apoderado de la habitación, un ruido extraño y algo incomodo interrumpió el silencio. Abrí el ojo, sin moverme, inspeccioné con el rabillo del ojo, pero no había nada. Debo confesar que me asusté. Pero bueno, me armé de valor y me levanté. Di una mirada alrededor del cuarto, intentando detectar de dónde venía el sonido, y además, de descifrar de qué se trataba.
Cuando ya estaba bien concentrada, me di cuenta que ese era el sonido de un grillo. Se escuchaba un fuerte: CRI-CRI, CRI-CRI; y no era de la calle, era evidente que el sonido provenía de mi cuarto.
Así que, una vez más me arme de valor, me levanté, pero me fui al cuarto de mis papás. Bueno, tampoco soy tan valiente! Ja. Desperté a mi madre, y le pedí que me ayudara.
Eran ya casi las 12 de la noche, mi madre entra a mi cuarto, prende la luz, y el sonido se detiene. Nos miramos, inspeccionamos. Apagamos de nuevo la luz, y segundos después apareció de nuevo el sonido. Mi cuarto parecía de esas discotecas que solo usan cortadoras; porque prendíamos y apagábamos la luz a cada rato para intentar descubrir la procedencia del sonido. Movimos muebles, buscamos debajo de la cama, levantamos ropa… pero nada, no aparecía pepe grillo.
Cuando ya nos íbamos a rendir(es decir, me iba a ir a dormir a la cama de mis papás), hicimos un último intento. Movimos un último mueble, que no se aún, por qué no lo habíamos tocado. Era mi velador. Lo movimos lentamente, y vimos un gran grillo, parado justo en la madera. Parecía que nos miraba. Nosotras nos miramos, y nos sabíamos que hacer. Nos daba pena matarlo… ok, ok, no nos daba pena, nos daba miedo que nos salte. Así que, me fui a buscar un pomito, así como mi madre me contó al inicio de este post, y ahí metimos al grillo (que por suerte no salto encima de nosotras). Victoriosas, tapamos el pomito, y lo dejamos en el patio.
A la mañana siguiente, fuimos a ver a nuestra nueva mascota. Pero, algo no andaba bien. Creo que no era normal que un grillo estuviera con las patas hacia arriba (a menos que así duerman). Descubrimos nuestro gran error, y es que, los grillos también respiran aire, y sin huequitos en el pomito, su supervivencia no es posible.
En fin, no fue a propósito… lo sentimos pepito grillo; pero debes admitir, que la historia es para reírse un poco.
Hace algunos años, cuando recién era dueña de mi cuarto (osea, mi hermano ya tenía cuarto para él), me fui a dormir. Apagué todo, y me acomodé y acurruqué en mi camita. Segundos después, cuando el silencio ya se había apoderado de la habitación, un ruido extraño y algo incomodo interrumpió el silencio. Abrí el ojo, sin moverme, inspeccioné con el rabillo del ojo, pero no había nada. Debo confesar que me asusté. Pero bueno, me armé de valor y me levanté. Di una mirada alrededor del cuarto, intentando detectar de dónde venía el sonido, y además, de descifrar de qué se trataba.
Cuando ya estaba bien concentrada, me di cuenta que ese era el sonido de un grillo. Se escuchaba un fuerte: CRI-CRI, CRI-CRI; y no era de la calle, era evidente que el sonido provenía de mi cuarto.
Así que, una vez más me arme de valor, me levanté, pero me fui al cuarto de mis papás. Bueno, tampoco soy tan valiente! Ja. Desperté a mi madre, y le pedí que me ayudara.
Eran ya casi las 12 de la noche, mi madre entra a mi cuarto, prende la luz, y el sonido se detiene. Nos miramos, inspeccionamos. Apagamos de nuevo la luz, y segundos después apareció de nuevo el sonido. Mi cuarto parecía de esas discotecas que solo usan cortadoras; porque prendíamos y apagábamos la luz a cada rato para intentar descubrir la procedencia del sonido. Movimos muebles, buscamos debajo de la cama, levantamos ropa… pero nada, no aparecía pepe grillo.
Cuando ya nos íbamos a rendir(es decir, me iba a ir a dormir a la cama de mis papás), hicimos un último intento. Movimos un último mueble, que no se aún, por qué no lo habíamos tocado. Era mi velador. Lo movimos lentamente, y vimos un gran grillo, parado justo en la madera. Parecía que nos miraba. Nosotras nos miramos, y nos sabíamos que hacer. Nos daba pena matarlo… ok, ok, no nos daba pena, nos daba miedo que nos salte. Así que, me fui a buscar un pomito, así como mi madre me contó al inicio de este post, y ahí metimos al grillo (que por suerte no salto encima de nosotras). Victoriosas, tapamos el pomito, y lo dejamos en el patio.
A la mañana siguiente, fuimos a ver a nuestra nueva mascota. Pero, algo no andaba bien. Creo que no era normal que un grillo estuviera con las patas hacia arriba (a menos que así duerman). Descubrimos nuestro gran error, y es que, los grillos también respiran aire, y sin huequitos en el pomito, su supervivencia no es posible.
En fin, no fue a propósito… lo sentimos pepito grillo; pero debes admitir, que la historia es para reírse un poco.
pobre grillo... qepd!
ResponderEliminarjajajajajaja y buuuuuuuuu jajaja es una mezcla de emociones jajajja que penita pero no puedo dejar de reirme XD
ResponderEliminarno digo yo que cuando quieres hacer daño lo haces? jaja sino que lo diga el grillo. Bueno, q lo diga difícil, a menos que hagamos ouija.
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